Luis y Anita se conocen un poco casualmente, y en nada de tiempo su relación crece con la misma naturalidad del dulce de leche casero que comparten directamente de los delicados dedos de ella. El de ellos es un mundo propio casi perfecto, y un romance a prueba de todo, capaz de romper amistades e inspirar las traiciones más bajas; y el melodrama anunciado no se hace esperar. Con inocencia pero sin falsa ingenuidad, con determinación pero sin cinismo, la película de Galperin apuesta al relato de iniciación más clásico, apoyándose en la sensualidad incandescente de ella, y en la perfecta espontaneidad de ambos, que le ponen el cuerpo a las escenas de sexo y a los besos adolescentes mejor, más sensible y más cálidamente filmados del cine local contemporáneo.
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